"La literatura romántica postula la proximidad y aun la identidad entre el artista y su obra. De este modo, los poemas, las novelas y los cuentos son también el escritor, o al menos un mapa secreto de su alma.
Es inevitable simpatizar con esta idea, que parece establecer el requisito de sinceridad en cuestiones estéticas. Y la verdad es que muchos artistas dejan, como un pelo en el peine, como una silla caliente, señales de su presencia viva.
Sin embargo estos rasgos no son siempre voluntarios. Más aun: es preferible que no lo sean. Las confidencias desmesuradas son chocantes tanto en el arte como en las confiterías."
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