Hay veces que uno se limita a esperar... para ver si ese final que tanto anhelamos llega a cumplirse o terminamos en la cama luego de un coma alcohólico, ya que en ese punto parecía ser la única solución viable para ahogar las penas que nos dejó el hecho de que las cosas no hayan salido como lo pretendido.
Esa sensación horrible y confusa, de estar parado en una piedra y no saber si avanzar o retroceder. Una situación que llena de impotencia, siendo tan simple y a la vez tan complicada. El triángulo amoroso es el enredo más perfecto para escribir historias de amor, pero vivirlo en carne propia es totalmente duro. Por un lado, tenemos al joven indeciso, que no sabe si quiere chocolate blanco o negro... y revolotea en dos nidos tratando de descubrir en cuál se siente más a gusto. Y por el otro, se encuentran aquellas PELOTUDAS (me salió del alma), que tratan de despegarse del encanto del niño, pero simplemente no pueden, no quieren. Las palabras que salen de la boca del joven parecen tan dulces y seducen de una manera especial el corazón de ambas muchachas, que lamentablemente ninguna de las dos puede desprenderse de semejante hechizo.
Una de ellas se caracterizaba por haber tenido siempre un espíritu libre, un alma que nunca pretendió arriesgarse a las ataduras de un amor que podía resultar en un recuerdo amargo. Tratando de llevar la vida a cuestas pero sin sobresaltos, disfrutando los placeres más exquisitos sin caer en lo mundano, yendo de aquí para allá al compás del viento. Pero algo faltaba, un vacío la perturbaba por dentro, que sólo podía llenarlo ese tipo de compañía de la cual ella siempre escapó, por temor a perderla y sufrir las consecuencias. Nunca lo buscó; sin embargo apareció.
En el lugar menos pensado, se encontraba ese amigo, aquel con el que ella había forjado un lazo de amistad que parecía inquebrantable; ese amigo... había decidido dar un paso más allá. Instantáneamente las dudas comenzaron a surgir, la desconfianza hacia un futuro incierto la inquietaban por completo. Ella estaba segura de que podría terminar muy mal, pero aún así, escuchó por primera vez a su corazón, que le imploraba dar el salto hacia lo nuevo, que gritaba con fuerzas: corramos el riesgo!!! Y fue así que ella cedió.
Como suele esperarse todo comienzo fue pura alegría, la dicha que inundaba el ser de esa joven se veía reflejado en las más pequeñas cosas. Un cambio sencillo pero certero hacían florecer esa parte de ella misma que nunca pudo verse. Iba de aquí para allá contagiando ese destello de felicidad que iluminaba a sus más cercanos. Todos lo notaban, "¿qué bicho le picó?", y ella con una sonrisa se alejaba sin responder. La respuesta era más que obvia.
Por su parte, ellos dos se la pasaban abrazados las horas que les regalaba el día, agradeciendo al cielo por el momento que se encontraban viviendo. Se sonreían constantemente cada vez que cruzaban miradas, recorrían con caricias y besos las expresiones del rostro de su compañero, y suspiraban llenos de gozo al terminar cada demostración de ese amor que los invadía. Todo era maravilloso, hasta el suceso más insignificante, si se trataba de ellos dos.
Para recordar que esto se trata de la vida real y no de un cuento, todo tiene su conflicto, y en esto podríamos recordar que detrás de tanta dulzura, cariño y ternura puede ocultarse un joven totalmente inseguro e indeciso. De esta manera la situación dio un vuelco de 180 grados cuando apareció en el medio de los enamorados, un borroso pasado del joven que se pretendía olvidado. Aquella con quien compartió quizá tantas idas y vueltas que dieron por acabar en un final inconcluso, dispuesto a recomenzar en cualquier momento, hasta en el menos indicado... y fue así como sucedió. Vuelta al ruedo y la operación matemática sin solución demostró que 1+1+1 = ¿? .
De esta manera, ambas partes decidieron dar batalla por el premio mayor, que es el corazón de aquel joven -quien en realidad juega con las dos luchadoras que no escatiman en mirar para el costado, en un intento por respirar tranquilas, alejarse de ese tormento y conseguir la felicidad en otro lugar- para que luego, las dos cayeran en la cuenta de que precisamente no era su batalla, sino que se trataba de una pelea que estaba librando aquel muchachito consigo mismo, en la cual no lograba deshacerse de la satisfacción que le brindaba el estar con el pan y con la torta.
Entonces... ¿cuál es la solución? Si ellas no quieren soltar la soga, por el momento cada una seguirá tirando con todas sus fuerzas hasta que la otra se canse, o bien hasta que el joven acabe por elegir quedarse con una de las dos, o quizá con ninguna.
Mientras tanto, nos quedaremos esperando este desenlace para nada prometedor.
Por mi parte, confieso que lamentablemente yo soy una de las que se encuentra de este lado, tirando de la soga.
Soy Mc.-
a la requete mierda jaja, tranquilamente podes reemplazar a la señora de las peloculas de 13 max. ajajaj te amo.
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