Datos personales

Mi foto
Algunas veces soy eso que la gente dice, otras no.-

jueves, 19 de noviembre de 2015

Fin.-

Prometí que sería la última.  Mi corazón selló el trato y dijo adiós. No esperé escuchar su respuesta y salí corriendo. Tenía miedo de que una vez más la debilidad dominara mis entrañas al ver su rostro y rendirme en su abrazo.
Las lágrimas también me prometieron salir por última vez. El pacto había sido firmado.
El cielo se nubló junto con mi semblante y la tormenta que parecía avecinarse estalló.

No hay tiempo que perder.
Debo tomar el avión ya mismo.
Pego un vistazo entre todos los recuerdos que había conservado hasta entonces y caigo en la cuenta de que no podía llevarlos a todos, porque apenas tenía una mochila de equipaje. Decidí guardar un poco de todo en pequeñitas cantidades, los tres o cuatro momentos más felices por supuesto, algunos de mucha tristeza para no dejar de lado las discrepancias de lo vivido, un par de metidas de pata para reírme si siento nostalgia y un miedo por si acaso me pica las ganas de volver, eso mantendrá la mente fría ante la posible caída, Creo que ya está.
Llego al aeropuerto, se veía sombrío y gélido. Una ventolera desordenaba mi mechas, no entendía de dónde provenía si me encontraba en un espacio cerrado. El ambiente no me agradaba mucho y de a ratos me tentaba volver. "Ni lo pienses", me repito al instante. Sostengo firmemente mi boleto y me encamino a abordar.
El tiempo pasaba increíblemente despacio, todo el proceso de abordaje parecía tardar mil horas más de lo normal, todo se volvía tedioso. Podía sentir el tic tac insoportable proveniente del reloj del señor que se encontraba sentado a mi derecha.
De pronto, se encienden los motores. Mi corazón bombea a una velocidad inexplicable. Siento que quiero bajar. Me atacan por dentro un sinfín de sensaciones a la vez. No puedo respirar. Empiezo a toser y el señor me pregunta si estoy bien. Respondo que sí pero la agitación no disminuye.
Probablemente si miro por la ventanilla él estará allí, esperando, como siempre lo ha hecho.
Debe estar deseando que voltee a verlo.
SÉ que está ahí, todo mi cuerpo lo sabe. Por eso me obliga a retorcerme.
Si miro, es el fin.
Cierro los ojos. Inspiro una gran bocanada de aire y me contengo con todas mis fuerzas.
El avión empieza a moverse, siento que nos alejamos y esas últimas lágrimas que me lo habían anticipado ruedan apresuradas por mis mejillas una tras otra, sin parar. La velocidad va en aumento, mis manos aprietan el asiento y cuento hasta veinte.
Luego, calma absoluta. Estamos en el aire.
Abro los ojos, y me encuentro con los ojos del señor que me miran sonrientes y me dice con una particular tranquilidad: "Ya pasó lo peor". Tenía un rostro que me resultaba familiar, pero decidí pasarlo por alto y le respondí con una leve sonrisa.
Estaba en lo cierto.

Soy Mc.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario