Fue así que solo luego de consumar la separación, descubrí que durante la que creí mi historia de amor más romántica y especial, no le dediqué ni una prosa ni una coma, ningún anhelo entre líneas, de esos que disfruto garabatear en los rincones de mi alma, a quien se suponía mi amado.
A veces, obnubilados en la ilusión de lo perfecto, ignoramos la desdicha de lo realmente cierto.
Soy Mc.-
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