Cuando despertó, no podía respirar, bocanadas de humo inundaban sus pulmones.
Salió a observar: no había más que el oscuro sendero marcado por la furia del fuego y algunas chispas palpitantes, vestigios de la vida que antes decoraba su monte.
Era cierto lo que escuchó: el dinero no se
come, y es así como su nueva fortuna perdió el encanto en medio de aquel desierto
azotado por su egoísmo.
Soy Mc.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario